Considerado uno de los más grandes creadores del arte del siglo XX, Miró ha legado una obra definitiva cuya irradiación no ha dejado de crecer.
Joan Miró, no pinta sueños sino que, a través de su obra, pone a disposición del espectador ciertos elementos para que sea éste quien sueñe. Miró no ha trabajado nunca bajo los efectos de la hipnosis, las drogas o el alcohol. Su vida, lo mismo que su pintura, ha sido siempre metódica y ordenada. No obstante, su personalidad artística, su manera de representar sobre la tela lo que le dictaba la inspiración lo convirtió en el artista más surrealista de todos.
Nacido en Barcelona (1893-1983), Miró pasa su niñez y juventud estudiando y buscando poder dedicarse a la pintura. En sus inicios pinta paisajes figurativos y pasa por diferentes etapas, que van haciendo proceso hacía un lenguaje único y muy personal.

Crea personajes y objetos, sometiéndolos a una metamorfosis y situándolos en un espacio tan real como lo imaginemos, con un uso del color y de la forma minucioso y único.
Trabaja también las tres dimensiones, a la obra clásica, le añade llaves, objetos encontrados, papel de lija, etc. y esto con el propósito de demostrar cómo los objetos más normales pueden convertirse en obras de arte.
La mujer ha sido un tema de mucho interés en la obra de Miró, que ha tratado no individualmente sino tomando el concepto de mujer como si fuera todo el universo, y que le sirve como estudio plástico de la forma y el color. La figura conserva su apariencia, pero al mismo tiempo es sometida a la deformación plástica que impone un ritmo compositivo. Los colores son intensos y vivos, y dominan las tonalidades ácidas con sobriedad y elegancia. Miró ejecuta un estudio del espacio real para integrarlo al espacio pictórico.
En su etapa de «personajes salvajes», crea seres que presentan formas orgánicas que recuerdan las de ciertos huesos u órganos vitales de los seres humanos, como salidos de una pesadilla, sin ser vulgar ni grosero, deja traslucir un nuevo contenido dramático envuelto en un erotismo que siempre estuvo latente y que lo va a estar en toda su obra.

Inmediatamente después trabaja sobre cartón, una nueva serie de personajes monstruosos, completamente deformados, que no son fruto de una fantasía sino que proceden de la realidad cotidiana: la mujer, el campesino catalán, los animales de la masía, la montaña y el mar. Estas obras contienen una agresividad que hace alusión al momento que la sociedad española estaba viviendo en esa etapa (1934-1936): la guerra civil, la violencia expresada en la actitud, en el gesto y las facciones de sus caras hacen que se exprese una violencia desmedida.
Más adelante (1939-1941), trabaja en la serie «Constelaciones», donde la noche, las estrellas y la música pasan a tener un papel fundamental. Obras con una disposición de líneas y colores formando una red en la composición que los libera de todo posible rasgo de violencia.
Los personajes y las formas parecen como si quisiera representar el orden mismo del cosmos. Los personajes simbolizan la tierra. Las estrellas hacen referencia al mundo inabarcable del cielo, del que solo tenemos una experiencia visual o táctil. La forma de representación de las estrellas es muy amplia y variada: desde las cuatro líneas que se entrecruzan en el punto central, las más frecuente de Miró, hasta los dos triángulos contrapuestos y los círculos de colores unidos por líneas quebradas u onduladas.
Dentro de la complejidad de formas, el color cumple una función especial, la gama que Miró utiliza es reducidísima; a menudo son suficientes tres o cuatro colores puros, junto a diversas tonalidades del negro. El color se somete sistemáticamente a la forma. Las superposiciones de las formas determinan las diferencias de colores. si, por ejemplo, se superpone un círculo negro a otro rojo, la superficie común a los dos es amarilla. A pesar de su escasa presencia, los amarillos, azules, rojos, naranjas y verdes confieren considerable fuerza a cada una de las obras.

Museo de Arte Moderno de Nueva York.
En su continúa búsqueda llega en un momento su lenguaje propio, una manera de expresar única que no hace ninguna referencia la mundo exterior.
Su temática «mujer, pájaro y estrella» se presenta con infinitas posibilidades que se combinan gracias a la imaginación del artista.
El repertorio de signos y figuras inventados por Miró en esta época es muy amplio. Los colores siguen siendo puros y se sitúa en zonas perfectamente definidas. Aparecen obras simples, uno o dos personajes, algunas estrellas, astros o signos, Miró somete su lenguaje para decir el máximo con el mínimo de elementos. Los personajes no realizan ninguna acción concreta, no expresan ni sentimientos ni pasiones, solo participan de la totalidad cósmica.
La mayor parte de los personajes están dibujados con un trazo fino y delicado. Miró aplica los colores con mesura, cambiándolos allí donde una forma se superpone a otra y realzando las partes del cuerpo humano que más le interesan, en especial los ojos, el sexo femenino y los pies.
Es importante destacar que Miró no solo tuvo obras pictóricas, sino que incursiono en territorios tan diferentes como la obra gráfica, la cerámica, la escultura, el tapiz y el teatro.
ACTIVIDAD: Seleccionar un personaje de las obras de Miró, dibujarlo en diferentes posiciones, imagina articulaciones, movimientos, diferentes colores. Luego crearlo en cartón, para trabajar la técnica del Stop motion. .
Fuente: «Joan Miró», Rosa María Malet, Ediciones Polígrafa. Barcelona, 2003.